Ciclo sobre el 1º Centenario de la Primera Guerra Mundial. Enero a Mayo 2015. Conferencia “Los acorazados. Su primera gran guerra” de Marcelino González Fernández

El día 23 de febrero de 2015 tuvo lugar en la sede de la Real Liga Naval Española la conferencia “Los acorazados. Su primera gran guerra” impartida por el Capitán de Navío D. Marcelino González  Fernández. Está conferencia es la segunda que se imparte del ciclo que está celebrando sobre el 1º Centenario de la Primera Guerra Mundial.

El acto comenzó con una exposición de los primeros intentos de proteger el casco de los navíos que ya se manifestaban en los Drakkar vikingos y en las ordenanzas de la corona de Aragón que exigían que los barcos  llevaran sus cascos forrados de cuero. Puede afirmarse que el galeón, navío de guerra por antonomasia de los siglos XVI y XVII, era el equivalente a los acorazados del S. XX. Pero los  acorazados, en su acepción actual, aparecen por primera vez en el S. XIX  con el CLERMONT movido por rueda de paletas y dotado de un cinturón de hierro de 120 mm de espesor.

La idea de cubrir el casco de los buques de guerra con una coraza de hierro era  muy antigua y se vio plasmada en tres embarcaciones con bandera francesa en 1855. Pero fue en 1858 cuando se inició la construcción de la primera fragata blindada, LA GLOIRE, que fue el primer buque de alta mar  blindado de la Historia.

En 1862 en Hampton Roads, Virginia, USA, el MERRIMACK y el MONITOR se cañonearon sin infligirse serios daños durante 5 horas  y de ahí nació el convencimiento de que podría construirse una nave  capaz de aguantar todo el fuego  enemigo sin hundirse. El buque «insumergible» era una realidad en las mentes de mucha gente, ya que la competencia entre cañones y blindaje favoreció inicialmente a éste último. Llegaron a hacerse corazas de 40 cm de espesor.  Probablemente el primer acorazado propiamente dicho fue el italiano Duilio construido en 1876 pero fueron los ingleses  los que, sobre 1890, construyeron los llamados dreadnought  verdaderos monstruos de 147 m de eslora, 17 nudos de velocidad, 18.000 Tn de desplazamiento y una coraza de 30 cm de espesor. El número de acorazados poseídos, llamados genéricamente dreadnoughts, llegó a ser una cuestión de prestigio nacional.

Se llega a la primera guerra mundial en plena locura de construcción de acorazados e inmediatamente aparecieron algunos puntos débiles que afectaban a su vulnerabilidad y se materializaban en dos pequeños artefactos. Uno de ellos fue la mina submarina  que apareció en 1913 y, el otro, el submarino cuyos torpedos podían aniquilar los acorazados  como sucedió en el mar de Mármara  y en el mar del Norte.

Un primer escenario de la guerra sucedió en el  verano de 1913 cuando el objetivo de las tropas aliadas, impuesto por Churchill, era pasar por los Dardanelos para acceder al mar de Mármara y al mar Negro. Con este fin, en marzo de 1915 se presentaron  18 acorazados de las fuerzas aliadas y se inició la guerra de los Dardanelos también llamada de Galípoli que  puso en evidencia la vulnerabilidad de estas naves ante la presencia de minas en un canal tan estrecho y determinó la retirada de  franceses y británicos con más de 400.000 muertos. Constituyó uno de los mayores fracasos bélicos de todos los tiempos.

En el mar Adriático, los aliados bloquearon el paso por el canal de Otranto y al intentar atravesarlo las fuerzas austriacas, se produjo el hundimiento de un dreadnought  al ser torpedeado  por lanchas  italianas.

El 30 de mayo de 1918, en el Atlántico  frente a las costas danesas, se libró la batalla de Jutlandia, el  mayor combate naval de la primera guerra mundial. Se enfrentaron  150 barcos británicos y 99 alemanes y se saldó con una victoria pírrica de los alemanes si bien ambos mandos reclamaron la victoria. Los alemanes, con los almirantes  Hipper y Scheer, disponían de 16 dreadnoughts y 5 cruceros de batalla  y los británicos, con los almirantes Beatty y Jellicoe, contaban con 28 acorazados y 9 cruceros de batalla. Resultaron hundidos 14 barcos británicos incluyendo 3 cruceros acorazados y 3 cruceros de batalla y 11 barcos alemanes incluyendo un crucero de batalla y un dreadnought. La pérdida de vidas humanas fue enorme.

A lo largo de toda la guerra se perdieron 33 acorazados: 15 fueron destruidos por torpedos, 8 por  minas y 10 por explosiones y otras causas. En 1918 se firmó el armisticio y finalizó la primera guerra mundial.

Las experiencias descritas junto con la aparición de grandes submarinos  y el nacimiento y la aviación con base en portaviones como nueva arma de guerra, pusieron  fin, en la práctica, a la experiencia de los grandes acorazados.

Tras la conferencia se produjo un documentado y animado intercambio de opiniones.