La RLNE en la Semana Santa de Málaga

Un año más, la Armada ha acudido a Málaga para tomar parte en los actos y desfiles procesionales de las imágenes. La llegada del transporte “Contramaestre Casado”  al puerto, en la mañana del Jueves Santo, congregó a miles de malagueños,  para ver el desembarco de los legionarios  del tercio Duque de Alba,  II de la Legión, que procedentes de Ceuta venían a dar escolta a su Patrono Protector el Cristo de la Buena Muerte.

Presidió esta ceremonia el Almirante de la Flota D. Francisco Javier Franco Suances quien, una vez desembarcada la fuerza, y formados en el muelle, revistó la tropa  que seguidamente desfiló por las calles en dirección a la iglesia de Santo Domingo. Allí tendría lugar la entronización de la imagen, después de una emotiva ceremonia.

Asistían al acto también un grupo de guardiamarinas de la Escuela Naval de Marín, que en unión de oficiales, suboficiales y marinería de la Armada, daban guardia de honor a la Virgen de la Soledad, imagen vinculada a la Armada desde 1756, cuando la dotación de una fragata en peligro de naufragio, se encomendó a la virgen que hubiera en una iglesia que divisaban allá en tierra.  La mar se calmó, y los marinos fueron a postrarse ante la virgen desconocida, que resultó ser Nuestra Señora de la Soledad.  Era Sábado Santo, y no pudieron celebrar una misa de acción de gracias, pero lo solicitaron a Su Santidad Benedicto XIV  quien concedió su petición, que desde entonces se llama la Misa de Privilegio.

Momentos después de los actos conjuntos con la Legión, el Comandante Naval de Málaga, oficiales, suboficiales y marinería, acudieron a la Abadía del Cister, sede de la Hermandad del Santo Sepulcro, donde se procedió al traslado de las imágenes del Cristo y de la Virgen de la Soledad,  de los que la Armada y la Real Liga Naval Española son Hermano Mayor Honorario, a sus tronos procesionales.

Portaban el Cristo, directamente sobre sus hombros, entre otras personalidades, el Comandante Naval de Málaga,  Subdelegado del Gobierno, Presidente de la Agrupación de Cofradías y Delegado Regional de la Real Liga Naval Española, dándoles escolta un numeroso grupo  de miembros de la RLNE.

Y por la tarde, la apoteosis del desfile procesional de las imágenes del Cristo de la Buena Muerte, escoltado por los legionarios que entonaban su himno del “Novio de la Muerte”,  y de Nuestra Señora de la Soledad, con los jefes, oficiales, guardiamarinas,  suboficiales y marinería, presididos por el Almirante de la Flota, que cantaban su “Salve Marinera”.  El público se volcó en muestras de afecto a legionarios y marinos, aplaudiendo y dando vivas, que se mezclaban con los que ofrecían a dos de las imágenes más veneradas.

Y el Viernes Santo cambió el ambiente callejero, que si el jueves era de euforia y vivas, este día era de calma y respetuoso silencio.  Así inició su procesión el Cristo del Sepulcro, seguido por la Virgen de la Soledad.  Presidía, en representación de S.M. Felipe  VI,  D. Manuel Garat Caramel,  Almirante de Acción Naval, seguido por la representación de toda la sociedad civil y militar, en la que cercanas al trono, por ser Hermanos  Mayores  Honorarios, formaban las  de la Armada y la Real Liga Naval Española. A los sones de la Marcha Fúnebre de Chopin, el cortejo pasó por la carrera oficial, en el más profundo y respetuoso silencio.

Y el Sábado Santo, la Armada acudió al templo de Santo Domingo, a cumplir la promesa que hace casi trescientos años, un grupo de angustiados marinos, en trance de naufragio, hicieron a aquella lejana virgen, cuya iglesia veían entre la bruma y  oleadas tempestuosas.

Este acto, al que acuden todas las personalidades ciudadanas y personal de la Armada y organizaciones afectas  a la misma, como es la RLNE, presidido  por un Almirante , quien realiza una ofrenda a la Virgen de la Soledad, y renueva el compromiso de nuestras fuerzas navales con Ella.